Tiempo de Espiga , de Olga Tokarczuk
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“Escribo contra la idea de una Europa patriarcal, feudalista y nacionalista” Olga Tokarczuk (Sulechów, Polonia, 61 años) cree que si en lugar de naciones hablásemos de regiones, a Europa le iría bastante mejor. “No sé cómo lo ven en Cataluña, pero, pensando en Polonia, para mí es mucho más fácil de asimilar y experimentar la idea de región que la idea de nación”, ha contado este martes en una conferencia de prensa en el mirador del Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB). La premio Nobel de Literatura en 2018, que publicó en marzo su última novela, Los libros de Jacob (Anagrama), visita Barcelona para abrir ¡Europa!, el ciclo de debates que, hasta el próximo sábado, reunirá a un buen puñado de intelectuales cada tarde en el hall del CCCB para ahondar y reflexionar sobre la idea que el continente tiene de sí mismo y sus retos frente a un presente convulso. Como psicóloga clínica profesional (el oficio que practicó antes que el de escritora) y nieta de una mujer que ostentó hasta cuatro pasaportes distintos durante un siglo convulso, Tokarczuk ha hecho terapia a la concepción de una Europa que, según dice, “ha visto cómo se derriten las ideas que la han sostenido durante los últimos 200 años”. Esas nociones obsoletas, tal y como ha defendido, son el sistema patriarcal, la incapacidad de saber lidiar con las migraciones o la idea del patriotismo. Dianas a las que, precisamente, apuntó en su última novela, inspirada en la vida de Jacob Frank, un judío que se convirtió al Islam y se erigió en Mesías en Polonia. En ese libro, paginado de forma inversa (empieza en la hoja 1064), donde aparecen múltiples voces y las mujeres son “las esclavas del mundo”, la polaca quiso hacer un alegato político para narrar la construcción de Europa. “Henryk Sienkiewicz, otro Nobel polaco, entendía la historia de forma patriarcal, feudalista y nacionalista. Yo, con Los libros de Jacob, quise escribir y ofrecer una visión del otro lado, quise decir ‘no’ a esa forma de contar la historia de Polonia”, ha dicho. No sorprende, entonces, que la polaca defienda que “la literatura es una herramienta política para implantar nuevas narrativas para contarnos la historia otra vez, pero con diferentes ideas”.
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