ROMANOS 13. OBEDIENCIA A LAS AUTORIDADES

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OBEDIENCIA A LAS AUTORIDADES
ROMANOS 13:1 Toda persona debe someterse a las autoridades de gobierno, pues toda autoridad proviene de Dios, y los que ocupan puestos de autoridad están allí colocados por Dios. 2 Por lo tanto, cualquiera que se rebele contra la autoridad se rebela contra lo que Dios ha instituido, y será castigado. 4 Las autoridades están al servicio de Dios para tu bien. Pero, si estás haciendo algo malo, por supuesto que deberías tener miedo, porque ellas tienen poder para castigarte. Están al servicio de Dios para cumplir el propósito específico de castigar a los que hacen lo malo. 5 Por eso tienes que someterte a ellas, no sólo para evitar el castigo, sino para mantener tu conciencia limpia. NTV.
Vivimos en una época de considerable temor y desconfianza hacia las autoridades y gobernantes de turno. Debido a que la mayoría de ellos, no están cumpliendo de la mejor manera el rol que les corresponde, como es el rol de liderar a sus gobernados y llevarlos por las sendas de la justicia, la paz, la armonía, la estabilidad social y económica. En vez de llevar esta clase de liderazgo, los gobernantes de turno han aprovechado su autoridad delegada para cumplir sus deseos y caprichos. Algunos gobernantes de la época, en vez de servir al pueblo y generar obras para beneficiarlos, se han servido de los recursos del estado para incrementar sus cuentas bancarias, la de sus familiares y sus colaboradores. Ante estos hechos visibles de sus autoridades y gobernantes, a la población en general, se le hace difícil someterse a ellos y obedecerles. Pese a que esta actitud de la población hacia sus gobernantes sea más que justificada, no es la más adecuada, mucho menos para un seguidor de Jesucristo.
Los creyentes deben tener en claro que el gobierno y la autoridad civil son dones de la bondad y misericordia de Dios, mediante el cual ha querido bendecirlos y ciertamente lo ha hecho. A pesar de las fallas y de los defectos de las autoridades a nivel local, estatal o nacional, la población ha sido bendecida en gran manera, ya que sin una autoridad que dirija o tome decisiones, posiblemente la nación entre a un estado de caos y se vuelva en una nación anarquista. Cada uno de los gobernantes de este mundo, han sido establecidos para representar a Dios. Cuando la ciudadanía de una ciudad o país desobedece a su gobierno, resulta que, en última instancia, a quien están deshonrando es a Dios y provocando su justa ira sobre ellos.
Los que han alcanzado la justificación a sus pecados por la fe en la obra sacrificial de Jesucristo, están obligados a someterse al gobierno humano, sean que actúen con rectitud y justicia o no. Por eso ante cualquier inadecuada reforma o ley generada por sus gobernantes, los creyentes no tienen que revelarse, sino que tienen que respetarlas y obedecerlas, pero siempre y cuando estas nuevas reformas o leyes no estén encontrá de la voluntad de Dios, o inciten a quebrantar alguno de sus mandamientos prescritos en las Sagradas Escrituras.
Posiblemente la totalidad de los gobernantes y autoridades de este mundo, no conozcan a Dios personalmente, pero pese a eso, siguen siendo oficialmente los hombres del Señor, ya que Él los ha elegido para que sean sus ministros en el sentido de que son siervos y sus representantes delante de los hombres. Para que cumplan con esta labor de manera efectiva, Dios los ha envestido con poder y autoridad sobre la población, de la misma manera les ha confiado la tarea de castigar a los malhechores y cuenta con que se tomen medidas disciplinarias contra ellos. Incluso Dios los ha envestido con el derecho de imponer la pena capital a todos los que infrinjan las leyes o reformas establecidas para toda la nación. Eso no significa que el estado tenga necesariamente que hacer uso de ese derecho, pero sí indica que están equivocados los que dicen que el gobierno no debe aplicar nunca esta pena.