SALMOS 17. BAJO LAS ALAS DE DIOS.

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BAJO LAS ALAS DE DIOS. SALMOS 17:1 Oh SEÑOR, oye mi ruego pidiendo justicia; escucha mi grito de auxilio. Presta oído a mi oración, porque proviene de labios sinceros. 6 Oh Dios, a ti dirijo mi oración porque sé que me responderás; inclínate y escucha cuando oro. 7 Muéstrame tu amor inagotable de maravillosas maneras. Con tu gran poder rescatas a los que buscan refugiarse de sus enemigos. 8 Cuídame como cuidarías tus propios ojos; escóndeme bajo la sombra de tus alas. 9 Protégeme de los perversos que me atacan, del enemigo mortal que me rodea. NTV. Cuando el peligro asecha, las personas claman a gran voz para que alguien acuda en su auxilio y les ayude a escapar de las manos de sus agresores. David el hijo de Isaí, ante la asechanza de los hombres del ejército del rey Saúl, en oración, clamó a gran voz al Señor, para que le hiciese justicia y le rescatara de la mano de sus agresores. David en su clamor tenía la certeza de que Dios lo escuchaba y que pronto iría en su auxilio para rescatarlo. David confiaba en el poder de Dios para liberarlo de todos los peligros. Los gritos de socorro de las personas que no conocen a Dios, no tienen la seguridad de que alguien escuche sus gritos y acuda en su ayuda, pero las personas que tienen a Dios en su corazón, cuando dan gritos de auxilio, tienen la seguridad de que su Dios escucha sus gritos de clamor y pronto acudirá en su auxilio y los liberará de todo peligro. Las palabras de clamor de David hacia su Creador, eran sinceras, por que provenía de lo más profundo de su corazón, y estaba basada en la fe depositada en la bondad y en la misericordia del Señor. David conocía el maravilloso amor inagotable de Dios para rescatar a los que buscan refugiarse de sus enemigos. La naturaleza misma de Dios es el fundamento de la confianza de David. El amor de Dios por sus hijos y su justo celo por su santa ley, lo compelen a venir en ayuda de su pueblo cuando se ve afligido por sus enemigos. El amor no le permite ser indiferente al clamor de su pueblo; su justicia no le permite ignorar los crímenes del impío. David pidió al Señor que le cuidará como quien cuida la niña de sus ojos. “La niña de los ojos” es la pupila del ojo, que es esencial para la visión y que se debe proteger cuidadosamente. Una persona jamás descuidaría el cuidado de sus ojos, pues si lo hace, correría el peligro de quedarse ciego. David tenía la certeza de que Dios lo cuidaría con el mismo cuidado que una persona cuida sus ojos. Además, le pidió que le escondiera bajo la sombra de sus alas, para que sus enemigos no lo encontrasen. Los polluelos cuando están en peligro corren presurosos para resguardarse bajo las alas de su madre, una vez que están ahí no corren peligro ya que su madre les protege de todo peligro. David confiaba que en las manos de Dios iba a estar resguardado de toda asechanza maligna. La protección de Dios por los suyos es incomparable, ya que el Señor tiene propósitos mucho más grandes que simplemente ayudar a sus hijos a evitar el sufrimiento. Él quiere que las personas que confían en Él, sean mejores siervos suyos cada día. Que crezcan en el conocimiento y la obediencia de su palabra. Además, los protege guiándolos en medio de circunstancias difíciles, no sólo ayudándolos a escapar de ellas, sino también ayudándolos a sobrepasarlas. Queridos hermanos, Ante cualquier asechanza del enemigo, David en clamor acudía a su Creador para que le socorriera y le resguardara de todo peligro, pues David confiaba en la protección y el cuidado del Señor. Al igual que David, todas las personas que atraviesan dificultades, pueden acudir confiadamente al Señor en oración, pues allí encontrarán el pronto auxilio y la protección debajo de sus alas. Hermanos, Dios cuida de sus hijos, como quien cuida la niña de sus ojos, por eso, cuando acudamos a sus brazos podemos estar seguros. En sus brazos encontraremos el resguardo y protección de toda asechanza del maligno. --- Send in a voice message: https://podcasters.spotify.com/pod/show/jesus-is-life1/message