La muerte de Milton Morales Figueroa, el jefe de Inteligencia de la Policía de la Ciudad de México, no puede quedar impune
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Sabemos perfectamente que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador será incapas de dar respuesta a este crimen. Primero porque ya se larga el señor. Segundo, porque nunca le importó. Ayer no le mereció ningún comentario al Señor en su mañanera.
Era difícil de pensar que se pudiera esperar algún comentario por parte de él, teniendo en cuenta de que han muerto poco más de 2,400 policías nada más en su sexenio.
El año pasado, 2023 fueron 412 los policías asesinados.
En este año, 2024, van 178 policías asesinados.
Ya sabemos la clase de basura que es el presidente. No merece más comentarios.
El problema es que la indiferencia del presidente parece que también ya la estamos sufriendo como ciudadanos. Se nos está empezando a hacer cosa común que asesinen a policías.
La lógica ciudadana podría pasar porque en un país que ya lleva más de 190 mil asesinados en el sexenio de López Obrador, y pues alguno de esos muertos tendría que ser policía. El problema radica en que ya se nos está haciendo costumbre la muerte.
La muerte de Milton Morales toca a muchas personas. Era originario de Aguascalientes, conozco a familiares y amigos de él, quienes aseguran que era recto, derecho y sin mancha en su expediente como profesional de la seguridad.
Regresó a su ciudad natal en una caja.
Duele a muchas personas la muerte de Milton, pero sobre todo le afecta al entorno de seguridad inmediato de Claudia Sheinbaum. Milton Morales iba a ser parte del equipo de Omar García Harfuch, quien va a ser el jefe de Seguridad de México. estaba investigando el intento de asesinato contra el periodista Ciro Gómez Leyva.
Por supuesto que esto es un mensaje por parte del crimen organizado al entorno inmediato de Claudia Sheinbaum y es algo que se tiene que tomar muy, muy en serio. Obliga a abandonar por completo esa política idiota de 'abrazos y no balazos', que para lo único que sirvió fue para hundir más a México en un espiral de violencia incontrolable.
Claro que habrá reacciones por parte del crimen organizado cuando las cosas regresen a su normalidad, es decir, cuando el Estado haga su trabajo de proporcionar seguridad a los ciudadanos. El Estado es el que se supone que tiene el monopolio de las armas, no los criminales. Gracias a López Obrador las cosas se invirtieron y ahora resulta que el monopolio de las armas lo tiene la "iniciativa privada".
En otros países es un escándalo tremendo cuando matan a policías. En España acaban de matar a dos policías, y el estado ha reaccionado airado. El presidente Pedro Sánchez prometió que va a haber justicia. Acá nuestro presidente le valió un reverendo pepino que haya muerto un importante mando de la policía capitalina que se dedicaba a las tareas de inteligencia.
En México no solamente nos están matando a los ciudadanos y a nuestros policías, sino que también nos están matando la capacidad de sorpresa y de indignación. La muerte ya es una invitada más en la Cena del Señor. Prece que nos importa un reverendo cacahuate que las cosas estén cada vez peor.
Menuda tarea para Claudia Sheinbaum. No solamente se trata de reponerse de este golpe tremendo que le acaba de aplicar el crimen organizado al tema de seguridad, sino también dar respuesta firme, fuerte y contundente a estos hijos de la tiznada que mataron a este mando.
Menuda tarea para los mexicanos. Se trata de recuperar la capacidad de indignarnos y, junto con esto, recuperar como ciudadanos la capacidad de exigir a nuestras autoridades que hagan de una vez su maldito trabajo.
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