‘Las elecciones enfrentan retos muy tóxicos en todo el mundo’, dice informe sobre democracia

Enfoque Internacional

Mientras que 2024 es el año electoral récord, con cerca de 3 mil millones de personas que fueron a las urnas, el nuevo informe publicado por el ranking internacional evalúa que casi la mitad de los países muestran un declive muy severo en elementos clave de la democracia y además que la participación electoral ha caído alrededor de nueve puntos en el mundo. Análisis.

Un nuevo informe publicado por el think-tank IDEA Internacional evalúa que casi la mitad de los países “muestran un declive muy severo” en elementos clave de la democracia y que “la participación electoral ha caído alrededor de nueve puntos en todo el mundo”.

RFI conversó con Kevin Casas Zamora, secretario general de IDEA Internacional.

RFI Explíquenos qué es lo que está ocurriendo exactamente cuando decimos que hay un declive en elementos clave de la democracia.

Kevin Casas Zamora: Los problemas que estamos viendo en el desempeño democrático afectan a todo tipo de democracias. A las más consolidadas, a las más jóvenes, en diferentes regiones, en diferentes niveles de ingreso. Es un problema verdaderamente global y en esa medida también requiere de una respuesta global. ¿A qué hacemos referencia cuando decimos que hay problemas en el desempeño democrático? Se han visto afectados en los últimos años prácticamente todos los elementos del quehacer democrático.

Utilizamos cuatro grandes categorías de atributos de la democracia para medir el desempeño democrático. El primero es el funcionamiento de las instituciones representativos. El segundo es el Estado de Derecho. El tercero es la protección de los derechos y el cuarto es la participación. Y cuando usted toma esos cuatro, hay descensos importantes en los tres primeros, el único que observa un comportamiento razonablemente positivo es el componente participativo, sobre todo la participación no electoral.

Los signos positivos en términos de la participación apuntan más bien al activismo cívico. El activismo cívico se mantiene en niveles muy robustos en todo el mundo, pero cada vez estamos viendo problemas más grandes para que las democracias celebren comicios de buena forma.

También hay retos muy graves en el funcionamiento de los estados de derecho. Por ejemplo, para decirle uno que es un tema importante en Europa, los temas de acceso a la justicia cada vez están siendo más comprometidos, como también la protección de libertades fundamentales, particularmente la libertad de prensa, la libertad de expresión.

Ustedes dicen también en el informe que en Estados Unidos tres indicadores han descendido la credibilidad de los electores, las libertades civiles y la igualdad política, y que menos de la mitad de la población estadounidense, o sea, el 47% cree que las elecciones de 2020 fueron libres y justas. Un indicador muy delicado porque estamos a pocas semanas de las elecciones.

Absolutamente. Yo creo que eso es parte de este cóctel tóxico que hace más probable, no inevitable, ciertamente, pero más probable, fenómenos de violencia electoral tras la elección. Ya hemos visto en el curso de esta campaña electoral fenómenos de violencia. Y un resultado electoral muy ajustado como se anuncia en Estados Unidos, puede ser el detonante de algo muy preocupante.

Siempre lo que pasa en Estados Unidos hay que verlo con mucha atención porque el impacto que presenta una elección en Estados Unidos para el resto del mundo es incomparablemente mayor al de cualquier otra elección. Ya hemos visto como el fenómeno del negacionismo electoral en Estados Unidos se ha expandido por el mundo en los últimos años, hemos visto como la legitimación de actos de violencia en Estados Unidos, como el asalto al Capitolio en el 6 de enero, ha llevado a la imitación de esas conductas en otros países como Brasil.

Entonces, lo que pasa en Estados Unidos tiene repercusiones globales y yo creo que, en este momento, si usted me pregunta por cuáles son las cosas que realmente me preocupan sobre el estado global de la democracia, una de ellas es el estado de la democracia en Estados Unidos, que me temo que no va a cambiar en lo fundamental cualquiera que sea el resultado que veamos en noviembre, porque los factores que impulsan el deterioro de la democracia en Estados Unidos son muy estructurales y preexisten a la llegada de Donald Trump al escenario político.

En el informe además se aborda el tema del negacionismo electoral, que es un problema muy específico de la experiencia estadounidense.

Yo no soy particularmente optimista y tampoco lo es el informe en cuanto a las tendencias de la democracia en Estados Unidos. Yo creo que los problemas de la democracia en Estados Unidos son muy fundamentales, preceden a la llegada de Donald Trump al escenario político, aunque claramente en algunos sentidos se agudizaron de manera visible durante el tiempo que él estuvo en el poder.

Por ejemplo, la polarización desbocada que hubo en Estados Unidos, que no es un problema exclusivo de Estados Unidos, es una cosa que estamos viendo en muchos otros países, pero que evidentemente en Estados Unidos presenta manifestaciones muy visibles.

Problemas como la legitimación de la violencia política en Estados Unidos de una manera que no se veía antes y que ha generado incluso en el curso de esta campaña política dos intentos de asesinato de uno de los contendientes en la lucha por la presidencia.

Problemas como el negacionismo electoral que, en la experiencia de Estados Unidos a partir del 2016, el método de Donald Trump de lanzar sospechas sin fundamento contra procesos y contra resultados electorales creíbles, pero que se ha convertido en un fenómeno global. Ese es justamente el problema y en eso radica la toxicidad de esta enfermedad que es particularmente para la democracia.

Para ponerle un par de ejemplos relevantes: si usted ve los pronunciamientos que hicieron los militares en Myanmar cuando cancelaron la elección justo antes de dar el golpe hace algo más de tres años, repiten casi textualmente las mismas cosas sobre la elección que decía Donald Trump antes y después de la elección del 2020 en Estados Unidos. Cuando usted ve las declaraciones de la candidata derrotada en Perú en la última elección presidencial, Keiko Fujimori, que perdió la elección por muy poquito, se dedicó a lanzar acusaciones infundadas de fraude contra las organizaciones electorales peruanas. Repiten casi textualmente las cosas que dijo Trump en la elección del 2020.

Además, lo hemos visto en Israel cuando el primer ministro Netanyahu perdió la única elección que perdió hace algún tiempo. O sea, se ha convertido en un fenómeno global esto de lanzar sospechas sin fundamentos y eso realmente le hace un daño terrible a la democracia.

Entre mediados de 2020 y 2024, dice el estudio, los resultados de cada una de cinco elecciones tratadas por los expertos de IDEA fueron rechazadas por un candidato presidencial o un partido parlamentario que perdió. La oposición boicoteó una de cada diez elecciones. ¿Y esto podemos pensar también en el caso de Venezuela?

Lo de Venezuela es un ejemplo extremo. La contenciosidad mayor que estamos viendo en torno a los resultados electorales presenta ribetes particulares dependiendo del caso.

En algunos casos, en muchos, desafortunadamente, se fundamenta en simples sospechas, en simples rumores, sin asidero real, como lo señalaba en el caso de Estados Unidos. En otros casos puede haber razones que impulsen algún partido o algún candidato a impugnar el resultado electoral y para eso existen, en todos los procesos electorales democráticos, mecanismos de impugnación. Eso es perfectamente legítimo.

En Venezuela sí hay razones muy ostensibles que inducen a pensar que se produjo un fraude descarado por parte de un de una autoridad electoral absolutamente cooptada por el Gobierno.