Borbón

María Gabriela Lazo

En el autobús a la Ciudad de México, Le di una llave a mi esposa, Que abrió la caja bloqueada De mi locura. La leche hecha la verdad absoluta, De indecisión inerte; Dio aliento la burla constante que se merecía. Nombré para mí un dios de hierro, Entonces podemos pasar sal y sangre En las profundidades de su punto de Apoyo molecular entrelazado. Deje que la oración católica se derrita, Respirar agua en sus pulmones, Sal en sus llagas, Ahogar el oro en sus manos extendidas.