66 Reflexiones - ¿Qué impide que la fe en Dios crezca? (Mateo 14.31-33)
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¿Te consideras una persona segura o de aquellas que dudan bastante ante las opciones de la vida? Pues todos en cierto sentido luchamos con la duda, y aún las personas que parecen más seguras de sí mismas lo hacen, porque lo cierto es que la seguridad no se halla en nosotros.
El Apóstol Pedro entendió esta verdad mientras se ahogaba luego de haber caminado sobre el mar, pero a pesar de esa experiencia, aprendió algo muy importante, que como para él, también lo es para nosotros, considerémoslo en…
Mateo 14.31-33
“Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? Y cuando ellos subieron en la barca, se calmó el viento. Entonces los que estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios”
Este es el momento en el que Jesús rescató a Pedro del mar luego de que caminara sobre él y terminara hundido por su temor. Momento en el que Jesús le preguntó a Pedro: “¿Por qué dudaste?”. Mostrándonos que la duda es lo que antecede al miedo, lo que impide el crecimiento de nuestra fe en Dios y nos lleva al estancamiento espiritual y al sufrimiento.
Esa duda resulta cuando no creemos que Dios es Dios, o cuando dudamos de su amor por nosotros y de su Palabra. De ahí que Satanás haya hecho caer a Eva sembrando duda en su corazón. Duda que hizo que Pedro no confiara en la palabra de Jesús, creyendo que ella no era suficiente para liberar el poder que él necesitaba para mantenerse en pie sobre el mar.
Y así como a Pedro, la duda también nos invade a nosotros en muchos momentos, por eso debemos preguntarnos ¿Qué estamos dudando de Dios hoy? ¿Qué problema tenemos, cual es nuestra tormenta? ¿Qué es aquello que sabemos que Dios espera que hagamos pero que no sentimos la fuerza para hacer? ¿Cuál es esa barca en la que estamos que nos produce tanta confianza, pero no nos deja experimentar el gozo de la fe y de conocer a nuestro Salvador de una manera más profunda?
Debemos preguntárnoslo para luchar contra ello, para pedirle a Dios que cambie nuestra duda por su seguridad y así hallemos la fuerza que nos hace falta para creer en Él. Fuerza que experimentan aquellos que viven por fe, que hace que hombres vivan como en un nivel superior porque conocen tanto a su Salvador que viven adorándolo y gozándose en Él. Como en el caso de los Apóstoles, en quienes en ese momento se produjo…
El resultado de la fe…
¡Haber visto obrar a Jesús!
Lo que les permitió conocerlo más y experimentar el deseo profundo de adorarlo solo a Él.
Porque hermanos, el fruto glorioso de la fe, no es hacer cosas maravillosas, grandiosas, impresionantes, y muy significativas; No, … el fruto glorioso de la fe es conocer profundamente a Jesús. Y cuando le conocemos, nos hallamos disfrutando del gozo más grande que hay en la vida… adorarlo.
Sentir esa necesidad de exaltarlo y alabarlo, de postrarse ante Él, sabiendo que se está delante del que nos ama y del que lo fundó todo, del que nos quita la maldición de la duda y nos hace sentir la paz que solo se halla en su presencia.
Pedro se arriesgó, tuvo fe. Y aunque salió regañado, solo se ha hablado de un hombre en la historia de toda la humanidad, aparte de Jesús, que caminó sobre el mar, ¿sabes quién es?… Pedro.
Pidámosle a Dios la fuerza que necesitamos para convencernos que vale la pena tener fe en Jesús, no dudar más y salirnos de nuestra barca para seguirlo a Él.
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